A Víñac y gente que ama a Víñac


sábado, 24 de diciembre de 2011

canción de navidad (Silvio Rodriguez)


Si escuchas, sabrás que la Navidad es día de dolor, los pobres dejan media vida para satisfacer el mercantilismo y sentirse parte de este sistema. ¿Será en nombre del niño Jesús?

¿Qué hacía en Navidad?

Yo crecí en Tambopata, tomando el agua de Mishkypuquio, cocinando con el quiñual de Callyxeñua, comiendo la papa arenosa del galpón de mi abuela Patrocinia, de mi tía Asenciona. Crecí añorando el recuerdo de una madre y el viento tranquilizador que venía desde Jantuncruz y pasaba hacia Xanta. Ese viento que se trajo a muchos familiares a la capital. Tiempo después, ese viento me alejaría, con su fuerza, de mi Tambopata querido.

Contaba  a mis hijos, que mis vacaciones las pasé detrás de los ganados. En esa andanza, con otros coetáneos míos, nos encontrábamos en el campo y hacíamos pequeñas travesuras. Nuestro almuerzo, a veces, lo hacíamos a campo abierto. Se trataba de preparar una riquísima pachamanca. Para ello cada uno traía papa, carne, habas y lo que tenían a su alcance, sin que sus padres se enterasen. Este trabajo nos llevaba toda la mañana, mientras los ganados, también, se metían a alguna chacra de cebada en pleno crecimiento y pasaba sus horas felices de alimentación.

Ese almuerzo de pachamanca al paso, con tus 'patas' queda en la memoria grabada. No sé si nos preparábamos para la Navidad. Creo en Tambopata, en esos años, no había esa fecha. Solo eran esas comilonas hoy en Xatuncerca, mañana en Señalpampay, otro día en Aviompajwuañusan. Hoy día tres: Chachy, 'El Negro Hilario' y yo; otro día 'el Ojón', 'El Negro' de Xanta y más camaradas. Luego de este minibanquete venían los encuentros futbolísticos con una duración de dos o tres horas. Ese era vida. Así avanzaba nuestro crecimiento entre creatividad y amistad. Aunque en la tarde, a veces, te zurraban; porque los ganados -de tanto comer- volvían solos al corral; mientras nosotros llegábamos horas más tarde. Nos merecíamos, pero qué importaba.

De la Navidad no recuerdo, salvo algún panetón que llegaba semanas después, como un manjar inalcansable. No sé si los adultos se preocupaban en los regalos de los niños. En todo caso, si hubiese sido así, me hubiera dolido mucho esa fecha y hoy tendría recuerdos de ese dolor. Felizmente, no llegó la Navidad a mi infancia.

¿Pero con qué jugábamos? Ya decía, jugábamos al banquete, haciendo la 'famosísima' pachamanca. jugábamos fútbol con una pelota de trapo o - a veces- si alguien tenía con una pelota de jebe. Casi siempre, jugábamos con carro. Eran carros de piedra, de esas piedras que abundan en mi tierra, y las carreteras iban hasta kilómetros.

En fin, amigos, disfruten de sus Navidades, si tienes la costumbre de celebrar. A veces, es tan placentero cuando no sabes que existe esa fecha. Al igual que yo, ahora hay niños que siguen la misma ruta, la misma andanza y, felizmente, la Navidad no existe para ellos.
¡Feliz Navidad!

Viñac

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