Día de la madre.

La fiesta empezaba unos días antes. Cada alumno tenía una función. Unos debían construir el horno de piedra. Otros tenían que calentar con leña. Algunos debían enterrar y otro grupo abrir y recoger la Pachamanca. No eramos muchos pero sobraba manos. Todos debían venir con leña, papas, ocas y, algunos, traían choclo; además, no debía faltar la marmaquilla (una hierba sazonadora). Asimismo, el comité ya había comprado el carnero para el horno.

Hornos de piedra en Santiago de Víñac

Y los hornos estaban allí de cada sección, grado, año. Entonces empezaba a sonar el himno nacional a todo pulmón. Ese pulmón que vino de la madre la tenía que homenajear. Formados en columna cada estudiante dirigía miradas preocupadas y de mucho aprecio a su madre. Los artistas  salían  y las mamás con sus aplausos y sonrisas las aprobaban.

¡Feliz Día Madre Tambopatina!

A las  11:30, aproximadamente, era la hora de ingresar a las aulas. Cada hijo conducía a su mamá hacia su carpeta. Algunas palabras y uno que otro arte inspirado, se procedía al banquete. No sé si era rico -efectivamente- la Pachamanca o era delicioso porque comías en colectividad. Pero de esas Pachamancas en homenaje a la madre no se puede olvidar. Unas presas grandes y bien sazonados, acompañado de papas arenosas (Esas papas arenosísimas de Tambopata), ocas dulces (soleadas meses antes),las habas, los choclos traídos de Marca; a veces, los acompañaban con humitas. ¡Qué delicioso momento! La vida pasa, los recuerdos quedan; pero ninguna experiencia puede volverse a disfrutar. A veces, por extraña circunstancia no se aprecia el momento, sólo de disfruta. No se hace sentir que se aprecia, sólo se está. Si se expresara el inmenso sentimiento que nos embarga cada momento, como el día de la Madre Viñaquina, tendría más emoción la vida. Este mundo sería más acogedor.

En este día de la madre, cada uno de ustedes, si aún les acompaña su mamita, exprésenle su amor, su cariño. Ellas esperan tu llamada, tu visita, tu mirada comprensiva, tu abrazo, unas palabras al oído, unas caricias tuyas. En ese momento y todos los momentos, ¡FELIZ DÍA MAMÁ!

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