A Víñac y gente que ama a Víñac


sábado, 7 de enero de 2012

Wiñaccancha en abandono

A veces el progreso es una costumbre. Quien vive de progreso en progreso, extraña el progreso si este decae. Asimismo, quien vive de fracaso en fracaso, se acostumbra a ella y no levanta cabeza aquí o allá. El progreso es una constante en pueblos pujantes con hijos pujantes.O hay del otro, de esos que cada quien triunfa y les importa un bledo sus paisanos o su pueblo, son los famosos parias; entonces, estos pavonean su éxito ante sus paisanos cada fiesta patronal. La fiesta se convierte en una competencia de quién gasta más. Acabado la presentación, cada quien sale a buscar sudor a sudor sus céntimos. ¿Y el pueblo?, allí cada vez más solo que un hermano egocéntrico a lado de sus familiares.

Desde hace tiempo el local Wiñaccancha se deteriora. Las paredes se caen, la limpieza se hace cada vez que habrá una fiesta, el techo se hongea. las plantas gritan por agua. No hay atención, salvo que el guardian se encuentre desocupado. Los dirigentes han desaparecido desde el año anterior. Algunos dicen que está ocupado con sus asesores y viajando a Viñac.  Los socios aparecen y desaparecen cada luna; incluso, escuchaba en una reunión de esos que con cincuenta personas ya es todo una historia, que un socio se preguntaba, por qué han cambiado de "mutual" a solo "hijos residentes". Este problema se zanjó hace 10 años o más y el socio y su comitiva recién se había enterado. Así de despistados están los socios "Haley" (en honor a la Cometa Halley). En fin, Wiñaccancha está más abandonado que Viñac.

Hace tiempo, este local se llenaba domingo a domingo con campeonatos locales, digo locales porque las zonas 6, 7, 8, 9 y 10 de San Juan de Lurigancho se conglomeraba a hinchar por su equipo. En ese entonces, venían los refuerzos de la Victoria, unos "morenitos" -con cariño y sin racismo; aparecían los refuerzos del Callao; o estaban los bravos futbolistas de Comas; hasta un jugador de primera del Campeonato peruano, "Burrito Hinostroza", paseó su fulbito en esta canchita. El campeonato duraba desde las 8:30 de la mañana hasta las 6:00 de la tarde; los árbitros iban y venían. Los pleitos de los delegados era otra fiesta entre el miércoles y el sábado. Las tías de Ayacucho hacía barra a sus hijos y descargaban toda la furia contenida en la semana con los pobres árbitros y se entregaban a sus esposos con ternura. ¡Qué tiempos aquellos!

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