Me preguntaba un amigo si iba haber la Octava de la Virgen Candelaria. Me parece lógico que si en Víñac no hubo, no debía haber en otros lugares. ¿Cómo podemos celebrar la Octava de la Virgen Candelaria, si no hubo la fiesta en sí? Es decir, no puede haber octava, si no hay el entero. Esta reflexión es, aparentemente, descabellado; sin embargo, así debía ser.
En febrero Víñac celebraba homenaje a la Virgen Candelaria. Digo celebraba porque el 2014 no hubo tal fiesta. Esta ausencia de fiesta en qué cambió la forma de vida de los viñaquinos. En nada, todo sigue igual. Algunos comentan que se evitó el gasto; más bien, el pago excesivo a los grupos musicales, sean bandas u orquestas. En efecto, en estas fiestas, los que más ganan o son ellos los únicos que ganan, son los integrantes de los grupos musicales.
¿Qué pasaría si en Lima no se celebrara la Octava de la Virgen Candelaria? La Virgen podría castigarnos. Eso pasaría.
Algunos viñaquinos residentes en Lima se extrañaría y comentaría la escasa preocupación de los representantes. Solo algunos, especialmente, aquellos que siempre asisten a las fiestas de esta naturaleza. Los otros ni se enterarían que hubo o no hubo la tal fiesta. Este es el tipo de sentimiento y recuerdo que se guarda hacia el pueblo donde se abrió los ojos. Nadie puede reclamar amor hacia Viñac porque, a estas alturas, todos estamos en la misma situación. Estamos a la espera de un mesías que organice lo inorganizable..
Entonces, estimados viñaquinos, no esperemos que la fiesta se haga si no formamos parte en el proceso de su realización. Y si por allí alguien organiza, colaboremos. Estamos de acuerdo que el homenaje se haga, pero si no hay, nuestra desorganización empieza tocar fondo. Nuestra filiación viñaquina ha llegado a un valor negativo. cero.
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