A Víñac y gente que ama a Víñac


domingo, 5 de junio de 2011

Gracias Perú, por tener amor por ti.

El dinero de las mineras ni la propaganda de los medios de comunicación no pudieron derrotar al sencillo, al dinero de cada bolsillo, a la propaganda boca a boca. Ni Reinaldo Do Santos, con sus "supuestos" aciertos, pudo influenciar en los votantes peruanos. Es el Perú, son sus nietos de los Incas que empiezan a tomar conciencia del papel que debe cumplir en la transformación de su país. El oro no sólo debe estar en la naturaleza, sino -sobre todo- en cada peruano.

En nuestro país tan poco democrático, tan fraccionado, las elecciones son de los pocos momentos en los que todos nos reunimos a deliberar en conjunto. Nosotros que habitamos espacios anónimos informados por la desigualdad, nosotros que no somos iguales ni frente al mostrador de una tienda, que escuchamos decir sin desparpajo que la voluntad del pobre no cuenta, deberíamos valorar nuestras elecciones obligatorias, un acto en el cual todos los peruanos tenemos el mismo poder y del cual depende el futuro del país. Consideramos un deber participar de las elecciones; al menos en esa medida representamos en nuestras leyes la integración que nos falta en el resto de nuestra vida política. La legislación que obliga a votar a los sectores menos educados del país no es causa de nuestro subdesarrollo y de la pobreza de nuestra vida política. ¡Como si pudiésemos achacarle  a los analfabetos y pobres la miseria de nuestros políticos y la ceguera y mediocridad de nuestras clases dirigentes!


Mucho del miedo que se expresó en el rechazo a Humala tiene su origen en la culpa que naturalmente produce vivir en un país donde hay más de diez millones de personas que apenas si pueden subsistir, mientras unos pocos pueden darse una vida plena. El nuestro es un país difícil. De Las Casas hablaba del oro de las Indias para referirse tanto a lo que alentaba la rapiña de los conquistadores como a la oportunidad que brindaba el nuevo mundo para quien buscaba desplegar el amor incondicional del verdadero cristiano. Nosotros somos nuestro oro, el oro del Perú. El reto que nos imponen nuestro pasado y nuestro presente es enorme. Pero ahí mismo, en nuestro capital humano, en la riqueza de nuestra identidad, y en la fortaleza que tendremos si logramos resolver nuestros problemas, está nuestro futuro. Es alentador que las nuevas generaciones busquen comprometerse políticamente. Ojalá no tengan que andar una vez más el tortuoso camino de nuestra historia.

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