Dr. Desiderio
Evangelista Huari
Hoy es la celebración de las “Bodas
de oro” del colegio Santiago de Víñac. Podría expresar muchas ideas al
respecto: el reconocimiento a los gestores de la creación de esta institución
educativa, la infraestructura del plantel, la calidad de la enseñanza-aprendizaje
de los docentes, la gestión de cada uno de los directores que pasaron por este
plantel, la responsabilidad de los padres, las actividades a las que se ocupan
sus egresados, los profesionales que destacan en diferentes disciplinas tanto
en el país como en el extranjero, la responsabilidad del Estado para con esta
institución, entre otras.
Hacer un balance detallado y objetivo
en el rol de este plantel no es una tarea sencilla. Siempre habrá discrepancias
al respecto. Sin embargo, es posible concordar en algunos puntos. Y es que toda
celebración de algún hecho conlleva realizar una evaluación. Desde luego, llevar
a cabo esta evaluación en el día central de este evento no resulta oportuno.
Para hacerlo de manera objetiva, y al margen de actitudes subjetivas y
personales, se debería llevar a cabo antes o después. Obrar el mismo día
resulta impertinente e insensato. En este contexto, nadie quiere hablar de las
debilidades, sino de sus fortalezas de la institución, es decir, solo de sus
logros.
Desde luego, podemos ir meditando
sobre algunas ideas, sobre todo, como la realidad académica con la que egresan
sus estudiantes. Podemos, por ejemplo, reflexionar sobre la situación de los
docentes que son del lugar, es decir, son viñaquinos y laboran en este centro.
El refrán dice: “Nadie es profeta en su tierra”. Durante muchos años, los
padres de familia se quejan de esta situación. No les falta razón y no hay
cuándo resolver este dilema. Desde luego, los mismos docentes que son del mismo
lugar enfrentan muchos escollos para ejercer su función docente de manera
exitosa.
En el ámbito de las interrelaciones
dentro del aula y fuera de ella, por ejemplo, un alumno será el hijo, primo,
sobrino, nieto, hermano o entenado del docente. En estos casos, ¿se dirigirá a
su profesor con un ‘tú’ o con ‘usted’? El respeto y la
delimitación de los roles tanto de los docentes como de los alumnos es
fundamental en contextos formales. Se han realizado investigaciones en
diferentes comunidades al respecto y hay copiosa información. Les reitero lo
que acabo de precisar en el párrafo entarior. Si el alumno que es el sobrino,
primo, nieto, tío del docente,… entonces ¿cómo se dirigirá al él en el salón de
clase? ¿Cuál será su actitud en la calle? ¿Le dirá profesor, tío, primo, abuelo,
papá,…? Un padre de familia cuando consulta sobre la situación de su hijo, ¿qué
trato le dará al docente y viceversa? ¿Le día dirá tío, sobrino, primo, cuñado,...?
Todo ello deviene en un trato del
alumno hacia el docente y viceversa. Aquí el estudiante tiene muchas
limitaciones e igual ocurre con el docente al dirigirse al alumno. Este hecho
no resulta pertinente ni para la salud del docente ni del alumno. Asumir los
roles en un contexto formal e informal varía. Esta es una de las razones, por
qué un docente que es del mismo lugar no es exitoso cuando ejerce su labor
docente. Tendrá algunas ventajas; tal vez, económicas y de comodidad, pero a
costa de muchas dificultades y restricciones. Esto repercutirá en el desarrollo
y formación del alumno. Aquí no se trata del nivel de preparación que posea el
docente, ello no debe estar en discusión, sino cómo los roles y las relaciones
de parentesco tienen implicancias para el éxito en la labor del docente y la
formación del alumno, es decir, relación docente-discente o discente-docente.
Así pues, podemos ir reflexionando sobre estas ideas y otras, pero sobre todo
pensando en lo mejor para acentuar su fortaleza, es decir, para que los
egresados de esta institución educativa trasciendan los límites donde se han
formado.
Para concluir, aprovecho este espacio
para hacer llegar un saludo al Colegio Santiago de Víñac por sus bodas de oro,
a los estudiantes, su plana docente, personal administrativo, a todos los
profesores que dejaron sus conocimientos en las diferentes promociones, al distrito
centenario de Víñac y a todos sus anexos sin distinción alguna.
Desde luego, aprovecharé también para
saludar a algunos de mis profesores que marcaron la senda de mi vida futura: Borja,
Manuel, De la Cruz y Ampuero). El primero encandiló en mí cómo se habla un
idioma que no es la nuestra (inglés); con el segundo, pude disfrutar lo mejor
de las bellas letras (la literatura); con el tercero, practiqué el futbol para
ingresar en la selección del plantel bastante temprano y a quien debo mi apodo
“Lolo”, aunque no brillé más allá de la zona sur de nuestra provincia; finalmente,
Ampuero fue como un segundo padre: me frenaba mis impulsos de adolescente y me aconsejaba
para ser responsable en mis actividades, pues como pelotero siempre estaba
buscando fugarme del plantel para ir a alguna fiesta. Lo hacía habitualmente, sobre
todo, en los últimos años de mis estudios y cuando se trataba de ir a jugar al
lado de Amacho (q.e.p) y a quien guardo particular afecto.
Por ser las “Bodas de oro” de nuestra
alma máter, haré unas hurras:
¡Viva el Colegio Santiago de Víñac!
¡Viva Víñac y sus anexos!
¡Viva Yauyos!
¡Viva el Perú!
Escribo esta nota como exsantiaguino,
como presidente del Centro Progresista Tambopata, institución que agrupa a los
hijos tambopatinos residentes en Lima y como integrante de la Asociación Hijos
de Víñac, la cual ahora necesita la participación de todos los exsantiaguinos.
Saludos