A Víñac y gente que ama a Víñac


martes, 6 de marzo de 2012

La necesidad de cautelar las opiniones tolerantes

Germán Auris Evangelista

Efectivamente la asociación Hijos de Viñac –Lima, atraviesa por una crisis de todos los ángulos, por la propia desidia de sus miembros y por mal intencionados e intolerantes opiniones como del columnista al tildar con calificativos totalmente discriminante con las personas que brindan una opinión diferente. La contradicción de las opiniones es buena, siempre y cuando se dé con respeto y de manera alturada, propio de personas civilizadas e integrantes de una asociación.

Me permito recordar que una asociación es una organización lícita formada por personas jurídicas o personas naturales o bien por ambas, quienes laboran sin fines de lucro por un bienestar social. Consecuentemente se trata de una persona jurídica sumamente viva, activa, es por ello que existe una enorme variedad de éstas. Actualmente el ámbito de las asociaciones se ha extendido a otros campos que los meramente recreacionales o sociales, es así que, hoy en día, son usadas para centros de investigación, asociaciones civiles como las ONG, etc.

Y para que esta asociación esté realmente viva y activa; depende de sus asociados activos; es decir, de los que realmente están constantes y pendientes de sus problemas y necesidades; por esa razón es que en los estatutos se establece los tipos o calidad de asociados (activos, pasivos, honorables, etc, etc.,..); en donde se indican además quiénes tienen derecho a voz y a voto, quiénes se encuentran hábiles para poder formar parte de un consejo directivo, etc.. Por ello que  la asociación debe contar con un libro de actas de asambleas generales, sesiones de consejo directivo, debidamente legalizados por notario público, en la cual deben constar los acuerdos adoptados. Asimismo debe tener un libro padrón de asociados, en la cual conste el nombre, actividad, domicilio, y fecha de admisión de cada uno de sus miembros, con la indicación de los que ejerzan cargos de administración o representación. Estos libros se llevan bajo responsabilidad del Presidente del Consejo Directivo de la asociación y conforme a los requisitos que establezca el estatuto social.

La asociación “Hijos de Viñac” o “Mutual”, siempre ha sido una asociación de buenas intenciones, que ha pretendido alzar “vuelo” tomando atribuciones con el desarrollo de Viñac como distrito (hecho que no está mal y es más en algunas oportunidades lo ha hecho, como en la construcción de la carretera de Huancapampa a Viñac); intención que en algún momento sí ha tenido resultados; sin embargo, ahora es imposible; por la sencilla razón, que no se ha querido reconocer la situación en que siempre se ha encontrado la asociación “mutual” o asociación “Hijos de Viñac”, como tal; el problema de organización, cuyo tapiz, se encuentra en no querer asumir una obligación seria como asociado, ya que no se ha querido y no se quiere cumplir con las obligaciones que la asociación exige a un asociado (pagar una cuota mensual para los gastos administrativos, etc..,); un problema de siempre. El ser viñaquino o residente, no quiere decir que desde ya uno es asociado; para ser socio hay que encontrarse inscrito en el padrón de asociados.

En este orden de ideas no se puede pretender solucionar los problemas álgidos de Viñac cuando no es posible entendernos como residentes y establecer qué es lo que realmente queremos hacer dentro de una organización; o no querer reconocer una organización que existe jurídicamente, poniéndole zancadillas al pretender decir que existe dos asociaciones de manera irresponsable y sin medir las consecuencias. Nadie, hasta el momento ha pretendido desconocer la otrora “Asociación Mutual Hijos”; sin embargo, es una realidad, que al socavarnos en un historial a estas alturas sería desconocer el esfuerzo de mantener vida a una asociación y a los socios que al menos pretenden asumir las obligaciones como tal, de no ser por dichos socios que en la actualidad vienen asumiendo funciones directivos, ya hubiésemos estado lamentando nuestra ingratitud y desidia, y seguramente estuviéramos ahora en otro tipo de discusiones.

Nos olvidamos, que mientras nos dedicamos a discusiones bizantinas, la historia y nuestra propia vida existencial nos exige la razón de nuestra existencia como asociados en una institución de residentes; sea cual fuese el nombre que lleve; y, que hasta la fecha solo se ha hecho, es asumir una conducta pasiva frente a las obligaciones como socio y desconocer las obligaciones asumidas por la institución, cuyos gastos y obligaciones siempre los ha asumidos los dirigentes de turno, mientras otros, solo se han dedicado a poner zancadillas sin ni siquiera encontrarse al día como asociado; peor aún, tener vislumbramientos a costa de una pretensión hereditaria y paternalista de  los fundadores, cuando la realidad es que la institución existe por sus asociados activos y constantes.

Nos olvidamos también, que como consecuencia de esa forma ingrata de socavar las pequeñas intenciones de organizar la institución, siempre se ha pretendido desconocer las decisiones de la asamblea general con reuniones bajo la sombra, tomando el nombre de la asociación; pretendiendo disponer el patrimonio de la asociación “hijos de viñac” o “Mutual hijos de Viñac”. Nadie niega a los fundadores de la asociación, pero tampoco podemos pretender desconocer lo que ahora existe y se encuentra activa.

Evidentemente, en el panorama expuesto, nos asecha un problema de identidad y egoísmo; problema que es una característica lamentable acarreado desde siempre, no solo por los residentes sino también de los que habitan en Viñac, despotricando las buenas intenciones. Sin embargo, debo subsumir que el desembocado columnista intolerante, se olvida que para el logro de la aspiración social no es necesario el nombre,  (“Asociación Hijos de Viñac” o “Asociación Mutual hijos de Viñac”) es necesario la actitud, ser un socio activo y cumplir con las reglas del estatuto; y no pretender hacer confundir a los viñaquinos y amigos vecinos que existen dos asociaciones. Lo que tenemos que hacer es por el contrario sentarnos todos en una asamblea que la asociación convoque y dejar las cosas en claro; sin aspavientos, y fijar los objetivos de un residente de Viñac en la capital, que es socio en una asociación;  cual fuere el nombre de la misma, porque lo que nos debe interesar no es realmente el nombre, si no los objetivos y los fines que debe retomar o refundarse para poder sacar del hoyo a Wiñaccancha; pero también debe aperturarse y actualizar el padrón de asociados, sin discriminación de nadie.

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